martes, 5 de febrero de 2008

A golpe de confianza

A veces me sorprendo a mí misma sorprendiéndome de qué gran engranaje es el mundo. Y es que miras a tu alrededor y, por increíble que parezca, ¡todo encaja!

Por supuesto que no a la perfección, pero nuestro entorno parece tener una especie de lógica universal. Miras al cielo y hay un avión que te sobrevuela venciendo la Ley de la Gravedad y una chica esperando en el aeropuerto a su novio, que llega de Londres a las 18.35. Todos los de la franja GMT tenemos la misma hora en el reloj y, cuando necesitamos una transfusión, los médicos saben decirnos de qué tipo es nuestra sangre y nos enchufan a una bolsa llena del preciado líquido rojo que ha donado un desconocido. El mundo funciona.

Nuestros ojos han visto desfilar a todos los protagonistas de lo conocido por la pantalla del televisor. Han visto tantas cosas... Y aún así llega el día en que, mirando alrededor, nos resulta increíble comprobar cómo encaja todo. Ojalá nunca perdamos esa capacidad de sorpresa.

Si el mundo funciona tan bien es sin duda gracias al marcado carácter colaborativo que nos ha hecho sobrevivir y evolucionar como especie. Nos necesitamos. Un ejemplo simple. Cuando tiramos un papel a la papelera, no tenemos que preocuparnos más, porque sabemos que otro lo recogerá, y que otro más lo reciclará. Es la magia del trabajo cooperativo. Quizás antes no fuera así, pero hace muchísimo tiempo que descubrimos que el elemento básico para construir una civilización tiene que ver con esa dependencia.

Las sociedades, todo lo nuestro, lo que nos hace humanos, está construido a golpe de confianza. Sobre todo el conocimiento. Hoy sabemos porque otros supieron antes: hicieron, pensaron, escribieron, construyeron, crearon... amaron. Hemos aprendido tanto del pasado... y, sin embargo, sorprende lo ignorantes que somos aún para muchas cosas. Sobre todo para las que no tienen nada que ver con el mundo físico, claro.

Confiamos en desconocidos con nombres importantes y menos en los seres humanos que nos rodean. Cada vez dependemos más de los conocimientos y logros de los demás y, sin embargo, nos rebelamos y desconfiamos por defecto cuando nos quieren vender un producto de la teletienda o una televisión de plasma y 42 pulgadas por menos euros de lo que nos parece razonable.

Aprendemos a confiar hasta que nos hacen daño. Y es entonces cuando nos inventamos eso de que, si no confías en nadie, nadie te defraudará. Nos vendemos a nosotros mismos la teoría del individualismo, hablamos maravillas de la independencia y brindamos por el éxito efímero: tener un piso que le debemos al banco, un coche que es un hijo tonto, una novia en cada puerto, un amigo con el que sólo puedes emborracharte y hablar de fútbol...

A veces, cuando dejamos de sorprendernos por las cosas, olvidamos que casi todo lo que tenemos se lo debemos a nuestro espíritu de equipo, a nuestra competitividad como raza. Olvidamos que solos, sólo tenemos nuestra soledad, una pizza que se queda fría y un cartón de leche que se caduca. Por no hablar de lo difícil que es para una persona sola doblar las sábanas de una cama de matrimonio...

-.-.-.-.-.-.-.-
egl, mayo de 2007

3 comentarios:

Unknown dijo...

Oye, tu has leído a Kropotkin, verdad? jajaja

Comparto la esencia del mensaje, la felicidad no es real si no es compartida; pero hago una objeción, ¿me dejas?

todo encaja en el mundo, pero el mundo no va en el sentido que yo quiero.

Todo esta bien porque si el mundo fuera una máquina perfecta y bien encaminada para la mayoría de los seres humanos, no sería necesario pensar, sentir, dudar, luchar...

Bien, todo encaja, siempre a condición de que queramos cambiar este puto mundo.

Salud!

Elena dijo...

¿Kropotkin? Pues no, ni idea. Me quedo con Ismael, jajaja

No veo la objeción porque estamos de acuerdo. Desde luego, el mundo no es una máquina perfecta. Y en nuestro empeño cooperativo hemos cometido barbaridades gordísimas, claro. Pero es que estaba tan optimista cuando escribí esto... jeje

Gracias por tus comentarios, creo que eres mi único lector.

Unknown dijo...

espera un poco, enseguida irán llegando compañeros, sin duda.
¿me dejas que te ponga un link en mi blog?

Salud!

pd: El Apoyo Mutuo, de Kropotkin (o como se escriba) habla de cómo se da la ayuda entre congéneres desde las especies animales más sencillas hasta el hombre a lo largo de su historia (con bosquimanos incluidos)